Según publica La Voz de Galicia, un fuerte dispositivo policial, compuesto por 40 agentes de la Guardia Civil y de la policía nacional, logró abortar la concentración de vehículos que desde hace un año se viene celebrando las noches de los viernes en el polígono industrial de O Campiño. Pese a que la Subdelegación de gobierno anunció que llevaría incluso a los antidisturbios hasta el improvisado circuito, cerca de 50 coches acudieron a la cita, según informaron los agentes. Entre 15 y 20 vehículos fueron identificados a lo largo de los tres controles que la policía estableció en las entradas al polígono. Tres de ellos eran corredores. Otros 30 coches circulaban por los alrededores, avisados por otros conductores de la presencia policial.
El bar Casa Manolo, a 500 metros del primer control, se llenó de jóvenes con sus respectivos coches. Frente al establecimiento pasó un Corrado haciendo trompos; no sabía que un vehículo de la Guardia Civil esperaba unos metros más atrás. La gente del bar avisó al conductor, que abandonó el lugar a gran velocidad, para su desgracia, en dirección al control policial. A la media hora una furgoneta de atestados subía hacia O Campiño. Ése fue uno de los pocos incidentes de la noche, además de alguna que otra multa por llevar las luces de posición de color azul, en lugar del blanco autorizado. La policía destacó el carácter pacífico de las concentraciones. «No es cierto que nos tiraran piedras», dijo un agente. «La gente viene simplemente a ver el espectáculo. Es como un botellón normal, pero con espectáculo incluido».
Las reuniones fueron en aumento desde finales del año pasado. «Al principio venían cuatro amigos, pero se fue corriendo la voz y la cosa fue a más», explicó el presidente del polígono, Ventura Reyes. «Denunciamos el asunto a la policía en febrero y nuevamente en julio. Llegó un momento en que había 500 vehículos los viernes por la noche».
Sólo un deporte
En Casa Manolo, los aficionados mantienen otro punto de vista. Ellos defienden su derecho a reunirse para disfrutar de su pasión. «No es verdad que las carreras estén organizadas», dicen. Los jóvenes niegan que haya corredores profesionales. «Vas, miras los coches, y los exhibes. Si te calientas, acabas corriendo», cuentan.
Los chicos defienden sus argumentos mientras esperan que la policía abandone la zona. Muchos quieren dedicarse a correr de forma profesional, pero carecen de medios y de un lugar donde entrenar. «Somos los primeros en pedir un circuito oficial para poder ir allí», dicen. «No todos podemos ser Fernando Alonso. Si quieres correr en Galicia tienes tres opciones. Ir al circuito de Portugal, que vale 100 euros el día, apuntarte a un rally por 350 euros la inscripción o seguir viniendo cada semana a las carreras de O Campiño».
Ya no corre, aunque asegura que no olvida esos «subidones de adrenalina». Durante meses, junto con un grupo de amigos, compraba unas botellas y buscaba un plan alternativo para las noches del viernes. Se llama Miguel y es ex corredor de las carreras clandestinas de coches en O Campiño.
-Dicen que es la mejor zona para correr: ¿subía por ahí?
-Con los coches íbamos a varios sitios. En O Campiño se está guay, no hay tráfico, estábamos tranquilos y podíamos hacer lo que quisiéramos.
-¿Y qué es lo que querían hacer?
-Nos picábamos entre colegas. Se pican ellos o acuerdan, y suben. Sólo gente de confianza.
-Hasta 1.200 personas.
-Se enteran porque la gente a la que le gustan los coches y va de eso se conoce. Más o menos todos sabemos lo que pasa por aquí.
-Dicen que es peligroso, que los coches derrapan cerca del público.
-Ya, es que si va mucha gente y se ponen cerca es difícil. La gente baja a 150 por hora por sitios con curvas complicadas. Si vas a 50 en una curva muy cerrada y hay gente a la que el coche ya le derrapa un poco, imagínate si te pones a 150 en sitios así.
-¿Qué se siente?
-Hay gente que lo hace por el morbo, por exhibir el coche. A mí me mola correr, se te pone el corazón a cien.
-¿Se apostaba mucho dinero?
-Al principio, no. Seguramente cada vez vaya a más. Depende de quién se la esté jugando. Yo he visto cómo se jugaban 600 euros en un recta. Hubo banderillas, parecían profesionales.
-Parecían, pero no eran. ¿O la gente con licencia se la juega también?
-Yo de los demás no hablo, pero a los que les gustan los coches no saben decir que no a una buena carrera. Viene gente de muchos sitios y con coches a puntito, muy preparados para dar espectáculo.
Los aficionados a las carreras aseguran que seguirán acudiendo a O Campiño cada fin de semana porque «no hay ningún otro sitio a donde ir». Saben que tarde o temprano la policía relajará su vigilancia. «Nosotros no vamos a dejar de venir. A ver quién se cansa antes», dijo uno de los jóvenes. «Ojalá hubiera un circuito gallego donde correr. Así no tendríamos que andar a vueltas con nadie», añadió.

lavozdegalicia.es/hemeroteca/noticia.jsp?CAT=126&TEXTO=5093494&txtDia=10&txtMes=9&txtAnho=2006

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