Bonificará el precio de 180 solares para llenar los parques castigados por la recesión
A medida que la crisis aceleró su virulencia, Galicia empezó a ser consciente de que los polígonos y parques industriales se iban a desertizar. Se fueron desangrando; sin empresas ni actividad económica que justificara por qué se había invertido tanto, para tan poco. Aunque la situación no tiene vuelta de hoja, el Gobierno gallego se ha remangado y ofrecerá a 180 parcelas dependientes del Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS) a precio bonificado, en algunos casos, hasta el 50%.
Es lo que la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) apoda como suelo industrial«low cost». Un instrumento «muy aplaudido» por la patronal, que llega para potenciar el vigor de la industria en algunos territorios y canalizar la congestión empresarial que se padece en otros, especialmente en Vigo y La Coruña.
El abanico de solares vacíos que maneja la Xunta alcanza los 380.136 metros cuadrados en total. Son de todo pelaje: industrial, comercial, para equipamiento o con fines sociales. Están repartidos entre diecisiete parques empresariales de la Comunidad, sujetos a la planificación de Xestur, la gestora pública que ordena parte del mapa industrial de Galicia. La Sepes, la entidad estatal, promovió algunos de los más importantes, como el de A Grela-Brens en La Coruña o el de As Gándaras (O Porriño), en el radio de influencia de Vigo.
Los descuentos llegan justo cuando el sector secundario toma la pista de despegue. La producción industrial de Galicia fue la segunda que más creció de España durante el primer mes de 2017: un 4,1%. Pero no siempre hubo una hoja de ruta milimetrada. «Se han hecho parques empresariales en el pasado, que ahora se están comercializando, y se han ubicado en zonas de escaso interés», apunta David Sobral, vocal del comité ejecutivo de la CEG. Y cita de memoria algunos ejemplos: los polígonos de Vimianzo, Guitiriz o Santa Comba.
Durante la época de vacas gordas, las administraciones —sobre todo las locales— fabricaron suelo por encima de las posibilidades económicas de muchas comarcas. En otras, donde la ebullición empresarial era palpable, se dejó hacer. La consecuencia, en algunos casos, fue la emergencia de los primeros espacios pilotados por capital privado. En otros, cuajaron las «zonas industriales espontáneas», como la de Mos (Pontevedra).
Fruto de esta voracidad por levantar polígonos, las cuatro sociedades de gestión de suelo de Galicia se fusionaron en una sola. Era necesario poner fin a la asincronía en la venta de los solares y empezar a soltar lastre para no tener que dejar las llanuras al raso.
Solares a la baja
La respuesta autonómica llegó en forma de descuentos. De media, los solares vacíos de la Xunta ofrecen su metro cuadrado a 44 euros si se aplica una rebaja del 30% sobre el precio original. Sin embargo, dentro de estos baremos cohabitan realidades dispares. Un empresario puede adquirir a 8,9 euros el metro una finca en el polígono de As Somozas (La Coruña), o puede pagar hasta 45 por implantar su compañía al recinto de Ponte Caldelas (Pontevedra). Las cantidades varían según el nivel de bonificación estipulado en cada caso.
Hasta el momento, parece que la política de incentivos está funcionando. Durante el último mes de enero, 16.250 metros cuadrados de suelo industrial —distribuidos entre los polos de Mos, Ponte Caldelas y Negreira— pasaron a tener un inquilino. Fueron adjudicados a través de una fórmula nueva, el derecho de superficie, gracias a la cual un emprendedor puede alquilar un terreno y reservarse su derecho de compra durante los diez primeros años, con saldos variables sobre las cuantías ya abonadas. Por ejemplo, si la parcela se adquiere antes de cumplir los seis primeros años de arrendamiento, su coste se recortará a la mitad.
Aún con todo, solo bajando el precio no se llenarán los vacíos. Es necesaria «una mejora de las dotaciones y prestar atención a las conexiones», enfatiza Sobral. Hay que competir en otras dimensiones. Por lo bajo ya lo hace Portugal.
